Resulta increíble verme aquí de nuevo, detrás de tanta desconfianza, tantas dudas. Nunca creí que iba a creerle de nuevo su cuento. Cuántas veces salí antes. Cómo hacer para creerle sabiendo que no es verdad, o creyendo que no es verdad, o que es muy difícil que sea verdad. Es fácil, en cambio, dejarse arrastrar por su brillo, por la ilusión que derraman sus ojos que nos cuenta maravillas de aquel lugar.
El camino empieza siempre dulce y con sonrisas y el cansancio aumenta la desconfianza. Mil lugares nos parecen nuestra meta final, en nuestro desespero por llegar, nadie empieza a ver claro nada y las dudas son todo ¿adónde, cómo adónde?, vamos bien?¿no sabes? ¡mirame!, ¡pero mírame!
La fuerza radica en la llegada, lo alegre de la llegada, el tiempo de las llegadas, el recuerdo de otras llegadas, la fiesta y las confirmaciones de la llegada. Parece que llegamos y no se parece a lo que esperábamos, es mejor de lo que esperábamos, es precioso v con lágrimas de emoción y abrazos llenamos de la nueva memoria cada espacio, cada gesto y cada sueño que coge forma. Existe el bosque y el rio y el sol y la luvia de este lugar.
Luego sentir como un espejismo más esa llegada como tantos otros lugares que fueron por un momento meta final. Y de nuevo pensar en el lugar de partida como añorando volver, o añorando no haber salido, o no se que, sin darnos cuenta de que estamos de nuevo allí, en un punto de partida y de nuevo buscar un brillo en los ojos y un nuevo cuento en que creer. Busco a tientas.